31 de mayo de 2012

Don Quijote de la Mancha


“-La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos: con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en metad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve, me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas de el hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos; que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan, si que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!”

Miguel de Cervantes
Don Quijote de la Mancha

Ilustración de Rob Davis. 

29 de mayo de 2012

Pedro Páramo


«¿Por qué aquella mirada se volvía valiente ante la resignación? Qué le costaba a él perdonar, cuando era tan fácil decir una palabra o dos, o cien palabras si éstas fueran necesarias para salvar el alma. ¿Qué sabía él del cielo y del infierno? Y sin embargo, él, perdido en un pueblo sin nombre, sabía los que habían merecido el cielo. Había un catálogo. Comenzó a recorrer los santos del panteón católico comenzando por los del día: “Santa Nunilona, virgen y mártir; Anercio, obispo; santas Salomé viuda, Alodia o Elodia y Nulina, vírgenes; Córdula y Donato”. Y siguió. Ya iba siendo dominado por el sueño cuando se sentó en la cama: “Estoy repasando una hilera de santos como si estuviera viendo saltar cabras”.

Salió fuera y miró el cielo. Llovían estrellas. Lamentó aquello porque hubiera querido ver un cielo quieto. Oyó el canto de los gallos. Sintió la envoltura de la noche cubriendo la tierra. La tierra, “este valle de lágrimas”.»

Juan Rulfo
Pedro Páramo

25 de mayo de 2012

Lobo estepario

“¿Y quién buscaba entre los escombros de la propia vida el sentido que se había llevado el viento, quién sufría lo aparentemente absurdo y vivía lo aparentemente loco y esperaba secretamente aun en el último caos errante la revelación y proximidad de Dios?”

Hermann Hesse
Lobo estepario

23 de mayo de 2012

Maese Pérez, el organista


“-Maese Pérez está enfermo –dijo-; la ceremonia no puede empezar. Si queréis, yo tocaré en su ausencia; que ni maese Pérez es el primer organista del mundo, ni a su muerte dejará de usarse este instrumento por falta de inteligente…

El arzobispo hizo una señal de asentimiento con la cabeza, y ya algunos de los fieles que conocían a aquel personaje extraño por un organista envidioso, enemigo del de Santa Inés, comenzaban por prorrumpir en exclamaciones de disgusto, cuando de improviso se oyó en el atrio un ruido espantoso.

-¡Maese Pérez está aquí!... ¡Maese Pérez está aquí!...

A estas voces de los que estaban apiñados en la puerta, todo el mundo volvió la cabeza.

Maese Pérez, pálido y desencajado, entraba, en efecto, en la iglesia, conducido en un sillón, que todos se disputaban el honor de llevar en sus hombros.

Los preceptos de los doctores, las lágrimas de su hija, nada había sido bastante a detenerle en el lecho.

-No –había dicho-; ésta es la última, lo conozco, lo conozco, y no quiero morir sin visitar mi órgano, y esta noche sobre todo, la Nochebuena. Vamos, lo quiero, lo mando; vamos a la Iglesia.”


Gustavo Adolfo Bécquer
Maese Pérez, el organista

21 de mayo de 2012

Canción


Ven, Muerte, tan escondida
que no te sienta conmigo,
porque el gozo de ir contigo
no me torne a dar la vida.
Ven como rayo que hiere,
que hasta que no ha herido
no se siente su ruido
por mejor herir do quiere.
Así sea tu venida,
si no, desde aquí me obligo
que el gozo que habré contigo
me dará de nuevo vida.

 
Comendador Juan Escrivá

18 de mayo de 2012

El principito


«-¿Cómo se puede poseer estrellas?
-¿De quién son? –replicó, hosco, el hombre de negocios.
-No sé. De nadie.
-Entonces son mías, pues soy el primero en haberlo pensado.
-¿Es suficiente?
-Seguramente. Cuando encuentras un diamante que no es de nadie, es tuyo. Cuando encuentras una isla que no es de nadie, es tuya. Cuando eres el primero en tener una idea, la haces patentar: es tuya. Yo poseo las estrellas porque jamás, nadie antes que yo, soñó con poseerlas.
-Es verdad –dijo el principito-. ¿Y qué haces tú con las estrellas?
-Las administro. Las cuento y las recuento –dijo el hombre de negocios-. Es difícil. ¡Pero soy un hombre serio!

El principito no estaba satisfecho.

-Yo, si poseo un pañuelo, puedo ponerlo alrededor de mi cuello y llevármelo. Yo, si poseo una flor, puedo cortarla y llevármela. ¡Pero tú no puedes cortar las estrellas!
-No, pero puedo depositarlas en el banco.
-¿Qué quiere decir eso?
-Quiere decir que escribo en un papelito la cantidad de mis estrellas. Y después cierro el papelito, bajo llave, en un cajón.
-¿Eso es todo?
-Es suficiente.

“Es divertido”, pensó el principito. “Es bastante poético. Pero no es muy serio.”

El principito tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes de las ideas de las personas mayores.

-Yo –dijo aún- poseo una flor que riego todos los días. Poseo tres volcanes que deshollino todas las semanas. Y deshollino también el que está extinguido. Nunca se sabe. Es útil para mis volcanes y es útil para mi flor que yo los posea. Pero tú no eres útil a las estrellas…

El hombre de negocios abrió la boca pero no encontró respuesta y el principito se fue.»

Antoine de Saint-Exupéry
El principito

Vistas de página en total

Con la tecnología de Blogger.
emerge © , All Rights Reserved. BLOG DESIGN BY Sadaf F K.