«—Peter, tienes doce años. Yo tengo diez. Hay un nombre para las personas de nuestra edad. Nos llaman niños y nos tratan como a ratones.
22 de enero de 2021
El juego de Ender
«—Peter, tienes doce años. Yo tengo diez. Hay un nombre para las personas de nuestra edad. Nos llaman niños y nos tratan como a ratones.
22 de diciembre de 2020
Luz de agosto
«Han bastado una o dos preguntas para que Lena, sentada en el más alto escalón, con el abanico y el hatillo sobre sus rodillas, relate de nuevo su historia con la paciente y transparente recapitulación de niño que miente; y los hombres, con sus monos de trabajo, la escuchan tranquilamente, en cuclillas a su alrededor.
Luz de agosto
10 de octubre de 2020
Todos deberíamos ser feministas
«El Feminismo Light recurre al lenguaje de la “permisión”. Theresa May es la primera ministra británica y un diario progresista de su país describía así a su marido: “Philip May es conocido en la política por ser un hombre que ha dado un paso atrás para permitir que sea su mujer, Theresa, quien brille”.
Todos deberíamos ser feministas
6 de octubre de 2020
Barba Azul
«Ayer, en el fútbol, tengo que confesar que no hice más que pensar en ti; dos equipos en calidad de compañeros de cama tuyos; once con camiseta blanca y once con camiseta roja, además el árbitro, calvo, y dos jueces de línea; esto hace exactamente veinticinco hombres. Como tú dijiste. No puedo dejar de imaginármelo. A fin de cuentas tienes treinta y un años. Cuántos hombres se han acostado contigo es algo que no debiera haber preguntado, y tú has contestado con tanta franqueza… ¡Perdona la pregunta! Además, en el fútbol he tenido en cuenta lo que también me dijiste, que a dos de ellos hubieras preferido sólo acariciarlos, y por esto ya no he mirado más a los dos jueces de línea, bastaba con el resto; tú con dos equipos completos y además los reservas, sentados en el banco, y uno que hace precalentamiento corriendo por el lado del campo; era para volverse loco; y por la tarde te veo debajo de la ducha.»
Barba Azul
5 de octubre de 2020
Harry Potter y la piedra filosofal
«—Es curioso lo miope que se puede volver uno al ser invisible —dijo Dumbledore, y Harry se sintió aliviado al ver que le sonreía—. Entonces —continuó Dumbledore, bajando del pupitre para sentarse en el suelo con Harry—, tú, como cientos antes que tú, has descubierto las delicias del espejo de Oesed.
—No sabía que se llamaba así, señor.
—Pero espero que te habrás dado cuenta de lo que hace, ¿no?
—Bueno… me mostró a mi familia y…
—Y a tu amigo Ron lo reflejó como capitán.
—¿Cómo lo sabe…?
—No necesito una capa para ser invisible —dijo amablemente Dumbledore—. Y ahora ¿puedes pensar qué es lo que nos muestra el espejo de Oesed a todos nosotros?
Harry negó con la cabeza.
—Déjame explicarte. El hombre más feliz de la tierra puede utilizar el espejo de Oesed como un espejo normal, es decir, se mirará y se verá exactamente como es. ¿Eso te ayuda?
Harry pensó. Luego dijo lentamente:
—Nos muestra lo que queremos… lo que sea que queremos…
—Sí y no —dijo con calma Dumbledore—. Nos muestra ni más ni menos que el más profundo y desesperado deseo de nuestro corazón. Para ti, que nunca conociste a tu familia, verlos rodeándote. Ronald Weasley, que siempre ha sido sobrepasado por sus hermanos, se ve solo y el mejor de todos ellos. Sin embargo, este espejo no nos dará conocimiento o verdad. Hay hombres que se han consumido ante esto, fascinados por lo que han visto. O han enloquecido, al no saber si lo que muestra es real o siquiera posible.»
J. K. Rowling
Harry Potter y la piedra filosofal
7 de septiembre de 2020
CANCIÓN DE AMOR DE SAN SEBASTIÁN
Apareceré
con mi hábito de estameña
Apareceré con la lámpara
en medio de la noche
Me sentaré a los pies de
tu escalera;
Me flagelaré hasta
sangrar
Tras horas y horas de
oración
Tortura y placer
Hasta que mi sangre
rodee la lámpara
Y destelle a su luz;
Me levantaré y seré tu
neófito
Y apagaré la luz
Para seguirte donde me
guíes,
Para seguirte donde tus
pies sean blancos
Hasta tu cama en la
oscuridad
Donde esté tu manto
blanco
Junto a tu manto el pelo
trenzado.
Entonces me aceptarás
Porque yo era odioso a
tus ojos
Me aceptarás sin
avergonzarte
Porque yo estaría muerto
Y cuando llegara la
mañana
Reclinaría la cabeza en
tu pecho.
Llegaría con una toalla
en la mano
Apoyaría tu cabeza entre
mis rodillas;
Tus orejas tienen un
curioso pliegue
Nadie en el mundo tiene
un pliegue igual.
Cuando todo el mundo se
derrita al sol,
Se derrita o se congele,
Recordaré ese pliegue de
tus orejas.
Me demoraría un momento
Seguiría la curva con el
dedo
Tu cabeza dejado de mis
rodillas:
Creo que por fin lo
comprenderías.
Ya no habría nada más
que decir.
Me amarías porque yo te
habría estrangulado
Y a causa de mi infamia;
Yo te amaría más porque
te habría mutilado
Porque ya no serías
hermoso
Para nadie excepto para
mí.
T. S. Eliot
Inventos
de la liebre de marzo
Imagen: San
Sebastián, Guido Reni
3 de junio de 2020
Las dos caras de enero
1 de febrero de 2020
Mientras escribo
30 de enero de 2020
También esto pasará
25 de enero de 2020
ELEGÍA
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Miguel Hernández
El rayo que no cesa