«Existen los que han nacido para
vivir y los que han nacido para amar. Por los menos, Don Juan lo diría de buena
gana. Pero podría elegir mediante una abreviación, pues el amor de que se habla
aquí está adornado con las ilusiones de lo eterno. Todos los especialistas de
la pasión nos lo dicen: no hay amor eterno si no es contrariado. No hay pasión
sin lucha. Semejante amor no termina sino en la última contradicción, que es la
muerte. Hay que ser Werther o nada. Hay también en esto muchas maneras de
suicidarse, una de las cuales es el don total y el olvido de la propia persona.
Don Juan, tanto como cualquier otro, sabe que eso puede ser conmovedor. Pero es
uno de los pocos enterados de que lo importante no es eso. Sabe también que aquellos
a quienes un gran amor aparta de toda vida personal se enriquecen, quizá, pero
empobrecen seguramente a los elegidos por su amor. Una madre, una mujer
apasionada tiene necesariamente el corazón seco, pues está apartado del mundo.
Un solo sentimiento, un solo ser, un solo rostro, pero todo está devorado. Es
otro amor el que conmueve a Don Juan, y éste es liberador. Trae consigo todos
los rostros del mundo y su estremecimiento se debe a que se sabe perecedero.
Don Juan ha elegido no ser nada.»
Albert Camus
El mito de Sísifo
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