24 de noviembre de 2014

ÍCARO

Con Ícaro, de Creta se escapaba
Dédalo, y ya las alas extendía,
y al hijo, que volando le seguía,
con amor paternal amonestaba:

que si el vuelo más alto levantaba,
la cera con el sol se desharía,
y en el mismo peligro le pondría
el agua y su vapor, si más bajaba.

Mas el soberbio mozo, y poco experto,
enderezóse luego al alto cielo
y, ablandada la cera en el altura,

perdió las alas y, en el aire muerto,
recibiéndole el mar del alto vuelo,
por el nombre le dio la sepultura.


Hernando de Acuña 

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