«Los cuatro mendigos de delante
de la iglesia lo sabían todo del pueblo. Eran estudiosos de las expresiones de
las jóvenes que iban a confesarse, y las veían al salir y leían la naturaleza
del pecado. Conocían todos los pequeños escándalos y algunos grandes crímenes.
Dormían en sus puestos, a la sombra de la iglesia, de modo que nadie podía
entrar allí en busca de consuelo sin que ellos se enteraran. Y conocían al
médico. Conocían su ignorancia, su crueldad, su avaricia, sus apetitos, sus
pecados. Conocían sus chapuceros abortos y la poca calderilla que de tanto en
tanto daba de limosna. Habían visto entrar en la iglesia todos sus cadáveres.»
John Steinbeck
La perla
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