«La cofradía canta más lejos; sus deprecaciones llegan a través de
la distancia opacas, temblorosas, suaves.
El maestro exclama:
-¡Ah, la inteligencia es el mal!... Comprender es entristecerse;
observar es sentirse vivir… Y sentirse vivir es sentir la muerte, es sentir la
inexorable marcha de todo nuestro ser y de las cosas que nos rodean hacia el
océano misterioso de la nada…
Ya en la lejanía, apenas se percibe, a retazos, la súplica fervorosa
de los labriegos, de los hombres sencillos, de los hombres felices… Una campana
toca cerca; en la madera del balcón clarean dos grandes ángulos de luz tenue.»
Azorín
La voluntad
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