VI
Pero ahora tu más joven, tu más
querido, ha muerto,
aquel que en tu viudez
amamantaste
y creció cual flor pálida
por una triste virgen protegido,
con lágrimas de amor sincero
en lugar de rocío, alimentado.
Tú, la más musical de las
llorosas,
llora otra vez. Tu última
esperanza,
la más querida y última,
esa flor cuyos pétalos se helaron
antes de florecer en promesa de
fruto,
ya está marchita. Yace el lirio
roto
y la tormenta pasa.
P. B. Shelley
Adonais
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