«Echa
un vistazo al mundo, verás esa atracción artificial que lo impregna todo: la
literatura y los cuadros, los escenarios y las calles… Entra en un teatro y
verás: en el patio de butacas hay hombres y mujeres sentados; en el escenario,
otros hombres y otras mujeres gesticulan, hablan, intercambian juramentos, y el
público tose, carraspea y susurra… pero en el momento en que se oyen frases
como “te amo” o “te deseo”, o cualquiera parecida que se refiera al amor, la
posesión o la separación, la felicidad o la infelicidad, se cierne sobre la
platea un silencio sepulcral y cientos de personas contienen el aliento. Y con
esos medios, manipulando hábilmente los sentimientos, los escritores consiguen
mantener al público pegado a sus butacas.»
Sándor
Márai
La mujer justa
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