«Instantes después Muriel volvió
a presentarse en un estado de elaborada semidesnudez, y avanzó tímidamente
hacia los otros invitados. Se hallaba en su elemento: el pelo, muy negro, lo
llevaba liso y recogido detrás de la cabeza; llevaba los ojos muy maquillados y
despedía un intensísimo olor a perfume. Había hecho todo lo que estaba a su
alcance para acicalarse como una sirena –“vamp” en el lenguaje popular-: una
mujer capaz de enganchar hombres sin hacer el menor esfuerzo y de desprenderse
de ellos con la misma facilidad; una persona sin escrúpulos y sin sentimientos
que juega con el afecto de los demás. Había un algo tan exagerado en su
caracterización, que Maury se dejó fascinar desde el primer momento: ¡una mujer
de amplias caderas que fingía poseer la elasticidad de una pantera!»
Francis Scott Fitzgerald
Hermosos y malditos
Ilustración de Paul Rieth (1925).
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