«Mi hermano quería morir y al mismo tiempo
tenía miedo de la muerte; una furiosa voluntad de vivir mantenía en
funcionamiento sus pulmones y su corazón. Me dijo que no podía suicidarse
porque las manos no le obedecían.
Este hombre fuerte, arrogante, ingenioso,
aficionado al riesgo, pendenciero, hedonista, pescador, amigo de andar por los
bosques, desconsiderado, egoísta, humorista. Siempre complaciente con nuestro
padre a pesar del odio. Siempre dependiente de nuestra madre a pesar de los
intentos de liberación y los desgarradores conflictos que vivieron.
Entiendo muy bien la enfermedad de mi
hermano; quedó paralizado por la rabia, paralizado por dos figuras
avasalladoras, estranguladoras, inasequibles y deslumbrantes: nuestro padre y
nuestra madre.»
Ingmar Bergman
Linterna
mágica
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