«Los años del instituto fueron para ambos
como una herida abierta, tan profunda que no creían que fuera a cicatrizar
jamás. Los pasaron como de puntillas, él rechazando el mundo, ella sintiéndose
rechazada por el mundo, lo que a fin de cuentas acabó pareciéndoles lo mismo.
Habían trabado una amistad precaria y asimétrica, hecha de largas ausencias y
muchos silencios, como un ámbito puro y desierto en el que podían volver a
respirar cuando se ahogaban entre las paredes del instituto.
Con el tiempo, la herida de la adolescencia
cicatrizó; sus labios fueron cerrándose de manera imperceptible pero continua.
Y aunque a cada roce se abría un poco, enseguida volvía a hacerse costra, más
gruesa y dura. Al final se había formado una capa de piel nueva, lisa y
elástica, y la cicatriz, de ser roja, había pasado a ser blanca y confundirse
con las demás.»
Paolo Giordano
La soledad de los números primos
La soledad de los números primos
2 comentarios:
Tengo un buen recuerdo de este libro. Me lo regalaron en el día del libro, hará cosa de cinco o seis años. Y es uno de los pocos libros que ha salido de mi estantería, más que nada debido a mi entusiasmo en relatar la trama. No soy de dejar libros en prestamo.
Un abrazo.
¡Gracias, mil gracias por tus comentarios siempre tan gratificantes y entusiastas!
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