2 de abril de 2015

La soledad de los números primos

«Los años del instituto fueron para ambos como una herida abierta, tan profunda que no creían que fuera a cicatrizar jamás. Los pasaron como de puntillas, él rechazando el mundo, ella sintiéndose rechazada por el mundo, lo que a fin de cuentas acabó pareciéndoles lo mismo. Habían trabado una amistad precaria y asimétrica, hecha de largas ausencias y muchos silencios, como un ámbito puro y desierto en el que podían volver a respirar cuando se ahogaban entre las paredes del instituto.

Con el tiempo, la herida de la adolescencia cicatrizó; sus labios fueron cerrándose de manera imperceptible pero continua. Y aunque a cada roce se abría un poco, enseguida volvía a hacerse costra, más gruesa y dura. Al final se había formado una capa de piel nueva, lisa y elástica, y la cicatriz, de ser roja, había pasado a ser blanca y confundirse con las demás.»

Paolo Giordano
La soledad de los números primos

2 comentarios:

Cantona dijo...

Tengo un buen recuerdo de este libro. Me lo regalaron en el día del libro, hará cosa de cinco o seis años. Y es uno de los pocos libros que ha salido de mi estantería, más que nada debido a mi entusiasmo en relatar la trama. No soy de dejar libros en prestamo.

Un abrazo.

Helluo Librorum dijo...

¡Gracias, mil gracias por tus comentarios siempre tan gratificantes y entusiastas!

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