«Pero si
deseamos establecer una relación más personal, porque vivimos solos y gustamos
de tener a alguien que se alegre de nuestro regreso al hogar y nos reciba,
entonces nos procuraremos un perro. No creamos que sea cruel tener a uno de
estos animales en una vivienda urbana. Su felicidad depende principalmente del
tiempo que podamos pasar con él y de las veces que pueda acompañarnos en
nuestros paseos o salidas. No le importará esperar horas delante de nuestro
gabinete de trabajo, si al fin le llega la ansiada recompensa que supone para
él el dar un paseo de diez minutos con nosotros. Para el perro todo se resume
en la amistad personal. Pero conviene meditar bien antes la responsabilidad que
nos alcanza, porque la amistad con un perro fiel es firme y dilatada.
Abandonarlo equivale a darle la muerte. Y pensemos también, si somos muy
sentimentales, que la duración de la vida de nuestro amigo es mucho más breve
que la nuestra y que es inevitable una triste separación después de diez o
catorce años.»
Konrad
Lorenz
Hablaba con
las bestias, los peces y los pájaros
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