«Eva Wilt se levantó y se quedó allí plantada con la lluvia cayéndole por la cara, y mientras estaba allí plantada desaparecieron y se esfumaron de pronto todas las ilusiones que la había sostenido a lo largo de la semana. Se vio a sí misma como una mujer gorda y tonta que había dejado a su marido para perseguir una elegancia que era falsa y vulgar y que se basaba en la cháchara fácil y en el dinero.»
Tom Sharpe
Wilt
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