«Mucho tiempo había faltado Alfanhuí de casa de su madre. Reconoció el rechinar de las vigas de la cocina, los hormigueos de las baldosas, las saltaduras del mármol, los dibujos de las maderas, la gota del grifo de latón, los pucheros y las cacerolas con sus abolladuras, y así todos los pequeños secretos de la cocina. En un estante se veían los tarritos de las especias, con sus letreros:
PIMENTÓN, AZAFRÁN, PIMIENTA NEGRA, ANÍS, COMINO, CANELA, NUEZ MOSCADA, etc.
Alfanhuí recordó el olor monótono de los guisos de su madre. Vio el puchero de barro de la leche con su capa de nata, espesa y amarillenta. Y las sillas de madera de pino, blancas de tanto fregarlas con estropajo. Los gatos dormitaban con los ojos entreabierto, ronroneando sobre las baldosas calientes de junto al fuego. Corría alguna tijereta por las sartenes, colgadas en las paredes de la campana de la chimenea. Y todos los ruidos de la cocina componían como un hurgar de carcomas que subía por el artesonado hacia los techos oscuros.»
Rafael Sánchez-Ferlosio
Industrias y andanzas de Alfanhuí
No hay comentarios:
Publicar un comentario