24 de abril de 2011

Frankenstein


«―Esperaba ya que me recibierais así ―dijo el monstruo―. Todos los humanos odian a quienes son infelices. ¡Cuánto odio debo despertar yo que soy el más infeliz de los seres vivientes! Incluso vos, que me disteis la vida, incluso vos me detestáis y me rechazáis, a mí, a la criatura con la os atan lazos que sólo la muerte podrá romper. Decís que queréis matarme; ¿pero cómo podéis utilizar la vida como si fuera un juego? Cumplid antes los deberes que tenéis conmigo y yo lo haré con los que me ligan a todo el género humano. Si aceptáis mis condiciones os dejaré tranquilo, tanto a vos como a vuestros semejantes. Pero si rehusáis, me hundiré en el crimen hasta saciar mi sed de sangre en la de todos aquellos que os aman y a los que amáis.

―¡Monstruo odiado! ¡Infame asesino! Los tormentos del infierno serán un castigo demasiado benévolo para tus crímenes. ¡Demonio inmundo! ¿Me reprochas que te haya creado? ¡Pues, bien, acércate y extinguiré el brillo de la vida que, en mi locura, supe alumbrar en ti!

[...]

―¿Cómo podré conmoveros? ¿No conseguirán mis súplicas que miréis con piedad a esta infeliz criatura que suplica vuestra benevolencia y vuestra compasión? ¡Creedme, Frankenstein, soy bueno: mi espíritu está lleno de humanidad y amor, pero estoy solo, horriblemente solo! ¡Incluso vos, que me creasteis, me odiáis! ¿Qué puedo esperar, pues, de aquellos que no me deben nada? Me aborrecen y me acosan. Las desiertas cumbres y los glaciares han de ser mis refugios. Vago sin cesar por estos lugares y habito en las heladas cavernas; sólo allí me siento seguro. Son ésos los únicos placeres que no me niegan los humanos y bendigo los desolados parajes que son, para mí, más amables que vuestros mismos semejantes. Si toda la humanidad conociera mi existencia correrían, lo mismo que vos, a armarse para aniquilarme. ¿Acaso no es lógico que los odie, puesto que ellos me aborrecen? ¿Cómo ser bondadoso con mis enemigos? Soy desgraciado y ellos deben compartir mis sufrimientos. Sin embargo, tenéis en vuestras manos la posibilidad de hacerme feliz y librar a los hombres de una horrenda venganza que no sólo sufriríais vos y vuestra familia, sino también miles de seres que morirían en el torbellino de mi frenética matanza. ¡Permitid que la compasión nazca en vos, no me rechacéis! Oíd mi historia y, cuando lo hayáis hecho, abandonadme entonces a mi suerte o apiadaos de mí.»


Mary W. Shelley
Frankenstein

5 comentarios:

Joel Barish dijo...

esto qué es, una adaptación del Jovencito Frankenstein pero en serio, no?
jejejeje

Helluo Librorum dijo...

¬_¬'

Unknown dijo...

Estubo bueno

Unknown dijo...

chido

Unknown dijo...

Bien chevere la neta soy de puerres

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