“Nada hay más extraño ni más delicado que la relación entre personas que solo se conocen de vista, que se encuentran y se observan cada día, a todas horas y, no obstante, se ven obligados, ya sea por convencionalismo social o por capricho propio, a fingir una indiferente extrañeza y a no intercambiar saludo ni palabra alguna. Entre ellas va surgiendo una curiosidad sobreexcitada e inquieta, la histeria resultante de una necesidad de conocimiento y comunicación insatisfecha y anormalmente reprimida, y, sobre todo, una especie de tenso respeto. Pues el hombre ama y respeta al hombre mientras no se halle en condiciones de juzgarlo, y el deseo vehemente es el resultado de un conocimiento imperfecto”.
Thomas Mann
La muerte en Venecia
4 de mayo de 2010
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