27 de mayo de 2010

Crónicas de la América profunda

"Lo que me impresionó mientras le escuchaba hablar fue lo siguiente: Tom es tan inteligente como yo. En el instituto escribía mejor que yo y en aquella época decía a menudo que quería ser escritor, pintor, músico. ¿Qué fue de sus sueños? Estarán en el mismo lugar adonde van a parar los sueños de los niños que pertenecen a las familias de los trabajadores pobres. Los sueños se escapan por la misma puerta por la que nunca entra la oportunidad de una educación decente. Se desvanecen en rincones perdidos de lugares como Vietnam o por las polvorientas calles de Iraq. Desaparecen entre la ceremonia de graduación del instituto y la necesidad inmediata de ganarse la vida (los trabajadores blancos no viven de sus padres por mucho tiempo, sólo hasta que cumplen los 12 años). Esto te curte y acabas esperando en la sala de recursos humanos de Rubbermaid mientras rellenas una solicitud para trabajar extrayendo los carteles amarillos de CUIDADO: SUELO MOJADO de un molde caliente o durante el turno de noche metiendo cables eléctricos por las tuberías callejeras en una ciudad de hormigón sin ventanas. Y una vez que aceptas tu destino como ciudadano de esa ciudad nocturna, te vuelves aún más duro."


Joe Bageant
Crónicas de la América profunda

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