“Una vez más, Kimball suspiró.
-El gran obstáculo que se interpone en nuestra investigación es que las escenas de los crímenes, pese a la cantidad formidable de planificación y tiempo que el asesino ha dedicado a cada una de ellas, están… bueno… -y se encogió de hombros-… inmaculadas.
-¿Qué quiere decir? ¿A qué se refiere cuando dice que están inmaculadas?
-Bueno, en esencia, que el forense está desconcertado. –Kimball consultó sus notas aunque yo sabía que no le hacía falta-. No hay huellas, ni pelos, ni fibra, nada.
«Como un fantasma –fue lo primero que pensé-. Como un fantasma.»
Kimball cambió de posición en el sofá y luego, mirándome directamente, preguntó:
-¿Ha recibido algún correo electrónico extraño últimamente? ¿Algún tipo de correspondencia de admiradores que le haya llevado a sospechar que alguno de ellos no está bien del todo?
-Un momento… ¿Por qué lo pregunta? ¿Crees que el asesino podría ponerse en contacto conmigo? ¿Cree que va por mí? –Fui incapaz de contener el pánico y enseguida me avergoncé.
-No, no. Por favor, señor Ellis, cálmese. No parece que sea lo que anda buscando el asesino –contestó Kimball, sin conseguir tranquilizarme-. No obstante, si tiene la impresión de que alguien se ha puesto en contacto con usted de un modo poco apropiado o que lo ha violentado en algún sentido, le agradecería que me lo comunicara.
-¿Está bastante seguro de que quienquiera que se esconda detrás de esto no va a por mí?
-Así es.
-Bien, o sea, entonces… ¿Quién será el siguiente?
Kimball miró la libreta, pese a que una vez más tuve la certeza de que no lo necesitaba. Se trataba de un gesto calculado y vacío, y me molestó que lo hiciera.
-La siguiente víctima del libro es Paul Owen.”
Bret Easton Ellis
Lunar Park
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