“Personalmente, no veo por qué un hombre no puede tener perro y mujer. Además, si sólo se está en condiciones de costear a uno de los dos, aconsejo quedarse con el perro porque, por ejemplo, si un perro lo ve a uno jugando con otro perro, ¿acaso corre a su abogado y le ladra que su matrimonio ha fracasado y que quiere seiscientos huesos al mes en concepto de manutención, un buen coche y la casa de cuarenta mil dólares que aún tiene una hipoteca de diecinueve mil?”
[...]
“Pero volvamos al meollo de la historia. El mejor animal doméstico en cualquier época del año es una corista sencilla y sin pedigrí. Al igual que sucede con el gato de angora, la corista permanece fiel a cualquier hombre que la mantenga. Sin embargo y por desgracia, la semejanza termina ahí, ya que mientras uno puede llevar al sótano al gato de angora para darle un tazón de leche, la corista insiste en ir a cenar al Pavillon o al Club 21, donde una cena para dos personas cuesta unos sesenta y ocho dólares, sin contar la propina del camarero.
Está claro que una corista no es el animal de compañía de un hombre pobre; sin embargo, algún día me gustaría tener una”.
Groucho Marx
Memorias de un amante sarnoso
23 de enero de 2011
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