“—Siento que no se lo hayas dicho, Johnnie. Era lo peor que podías hacer.
—¿Quieres decir que se enfadarán? —gruñó—. ¡Al diablo con ellos! Ellos no me importan, y en cambio tú eres un verdadero amigo.
—¿Estás seguro? —pregunté—. ¿Cómo lo sabes, Johnnie? Nunca puede uno estar seguro de nada. Vivimos en un mundo loco, muchacho, en una civilización muy peculiar. Los policías juegan a ladrones y los ladrones juegan a policías. Los políticos son predicadores y los predicadores son políticos. Los recaudadores de impuestos recaudan para su propio bolsillo. Los Malos quieren que tengamos más dinero y los Buenos luchan para impedírnoslo. No nos conviene, ¿comprendes? Si pudiésemos comer todo lo que quisiéramos, cagaríamos demasiado. Habría inflación en la industria de papel higiénico. Así es como yo lo veo. Más o menos, los argumentos que oigo repetir son de ese calibre.”
Jim Thompson
El asesino dentro de mí
28 de diciembre de 2010
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