22 de junio de 2010

El señor de las moscas

“—¿Quién cree que Ralph no debe ser el jefe?

Miró con esperanza a los muchachos agrupados en torno suyo, que habían quedado atónitos. Hubo un silencio absoluto bajo las palmeras.

—Que levanten las manos —dijo Jack con firmeza— los que no quieren que Ralph sea el jefe.

El silencio continuó, suspenso, grave y avergonzado.

El rostro de Jack fue perdiendo color poco a poco, para recobrarlo después en un brote doloroso. Se mordió los labios y volvió la cabeza a un lado, evitando a sus ojos el bochorno de unirse a la mirada de otro.

—¿Cuántos creen…?

Su voz cedió. Las manos que sostenían la caracola temblaron. Tosió y alzó la voz:

—Muy bien.

Con extremado cuidado dejó la caracola en la hierba, a sus pies. Lágrimas de humillación corrían de sus ojos.

—No voy a seguir más este juego. No con vosotros.

La mayoría de los muchachos habían bajado la vista, fijándola en la hierba o en sus pies. Jack volvió a toser.

—No voy a seguir en la pandilla de Ralph…

Recorrió con la mirada los troncos a su derecha, contando los cazadores que una vez fueron coro.

—Me voy por mi cuenta. Que atrape él sus cerdos. Si alguien quiere cazar conmigo, puede venir también.

Con pasos torpes salió del triángulo, hacia el escalón que llevaba hasta la blanca arena.

—¡Jack!

Jack se volvió y miró a Ralph. Calló por un momento y luego lanzó un grito estridente y furioso:

—...¡No!

Saltó de la plataforma y corrió por la playa sin hacer caso de las copiosas lágrimas que iba derramando; Ralph le siguió con la mirada hasta que se adentró en el bosque.”

William Golding
El señor de las moscas

No hay comentarios:

Vistas de página en total

Con la tecnología de Blogger.
emerge © , All Rights Reserved. BLOG DESIGN BY Sadaf F K.