«-Le digo que debo partir
–repliqué, excitada con un sentimiento semejante a la pasión-. ¿Cree usted que
puedo quedarme si no significo nada para usted? ¿Cree que soy un autómata?,
¿una máquina sin sentimientos? ¿Cree que puedo soportar que me quiten el pedazo
de pan de la boca y la gota de agua vital del vaso? ¿Cree que, porque soy
pobre, fea, anodina y pequeña, carezco de alma y corazón? ¡Se equivoca! Tengo
la misma alma que usted, y el mismo corazón. Y, si Dios me hubiera dotado de
algo de belleza y una gran fortuna, le habría puesto tan difícil dejarme como
lo es para mí dejarlo a usted. No le hablo con la voz de la costumbre o de las
convenciones, ni siquiera con voz humana; ¡es mi espíritu el que se dirige al
suyo, como si ambos hubiéramos muerto y estuviéramos a los pies de Dios,
iguales, como lo somos!»
Charlotte Brontë
Jane Eyre