«A Huuskonen le parecía que su mujer tenía un
corazón de piedra.
―Pues no te digo que no. Una termina por
endurecerse de tanto andar por ahí, dando explicaciones de las chorradas que
hace el gilipollas de su marido.
Al oírla, Oskari se enfadó un poco. ¿Qué estaba
sugiriendo?
Saara le recordó que hacía nada, por ejemplo,
había ensartado nada menos que a un obispo con una jabalina…, entre otras
cosas.»
Arto Paasilinna
El mejor amigo del oso
El mejor amigo del oso
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