«¿De verdad era lady
L., respetada, mimada y admirada, de la que cinco hombres al menos en el salón
de baile estaban secretamente enamorados, o era aún Annette, dispuesta a
afrontar todos los peligros y a cometer todas las locuras por arrebatar a la
vida un instante más de culpable embriaguez?»
Romain Gary
Lady L.
Lady L.
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