«La fiesta terminó con fuegos artificiales. Pippi
lanzó cohetes y ruedas de fuego que iluminaron el cielo. Annika presenció el
espectáculo sentada en el porche. Todo le parecía hermoso, encantador. No podía
ver las rosas, pero percibía su aroma en la oscuridad. ¡Qué maravilloso habría
sido todo si… si…! Annika sintió como si una mano fría le apretara el corazón.
Al día siguiente…, ¿cómo sería el día siguiente?, ¿y las vacaciones de verano?,
¿y ya todos los días? Pippi ya no estaría en Villa Mangaporhombro; tampoco
estaría el Señor Nelson, y en el porche no habría ningún caballo. Se acabó el
montar a caballo, se acabaron las excursiones con Pippi, se acabaron para
siempre las agradables tardes en la cocina de Villa Mangaporhombro… Ya no
brotarían en el interior del árbol las botellas de refresco. El árbol seguiría
allí, pero Annika tenía la certeza de que, cuando Pippi se fuera, el árbol ya
no daría refrescos.»
Astrid Lindgren
Pippi
Calzaslargas
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