«Es decir, con otras
palabras, ¿qué será de su conciencia? Pero ¿qué es la conciencia? Veamos.
Desear conscientemente dormir es verdadero insomnio, intentar conscientemente
advertir el trabajo de la propia digestión es ir en busca de un trastorno de
tipo nervioso. La conciencia es un veneno, un instrumento de autointoxicación
para el individuo que la aplica a sí mismo. La conciencia es luz dirigida hacia
fuera y que ilumina el resto del camino ante nosotros para evitar que
tropecemos. La conciencia es el faro encendido en la parte delantera de la
locomotora en marcha. Dirige la luz hacia el interior y se producirá la
catástrofe.
Por lo tanto, ¿qué
será de su conciencia? Digo bien, suya. Suya. Pero, ante todo, ¿qué es usted?
Ésta es la cuestión. Tratemos de orientarnos. ¿De qué modo tiene memoria de sí
misma, de qué parte de su organismo es consciente? ¿De sus riñones, del hígado,
de los vasos sanguíneos? No, recuerde y verá que siempre estuvo expresada hacia
fuera en un acto, en la obra de sus manos, en su familia, en los demás. Y
escúcheme ahora con atención. El alma del hombre es justamente el hombre
presente en los otros hombres. Esto es lo que es, esto es lo que ha respirado,
de lo que se ha alimentado y embriagado durante toda la vida su conciencia. De
su alma, de su inmortalidad, de su vida en los demás. ¿Y qué? Ha vivido en los
otros y en los otros se quedará. ¿Qué diferencia implica para usted que luego
se llama recuerdo? Habrá entrado en la composición del futuro.
Una última cosa. No
hay de qué preocuparse. La muerte no existe. La muerte no está en nosotros. He
hablado de inteligencia, y esto es otra cosa, una cosa nuestra, accesible para
nosotros. La inteligencia, el talento, en el sentido más amplio, es el don de
la vida.
No habrá muerte,
dice san Juan Evangelista, y verá qué siempre es su argumentación. No habrá
muerte porque aquello que fue antes ya ha pasado. Poco más o menos es esto: no
habrá muerte porque esto ya fue, es viejo y se aburre, y ahora es necesario
algo nuevo y lo nuevo es la vida eterna. »
Borís Pasternak
El doctor Zhivago
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