«Jacobo, abuelo (cantando):
Un… bo… rra… cho… en… can… ta… dor… can… ta… ba… y mur… mu… ra… ba.
Jacobo, abuela (al viejo):
¡Cállate! ¡Cállate o te la rompo!
Le da un
puñetazo al viejo en la cabeza y le hunde la gorra.
Jacobo, padre: Irrevocablemente, abandono esta habitación a todo
trance, pase lo que pase. Además, nada hay que hacer. Voy a mi habitación de al
lado, lío el petate y no me volveréis a ver sino a las horas de comer, algunas
veces durante el día y por la noche para descansar. (A Jacobo) ¡Y tú me devolverás tu cesto! ¡Y decir que todo esto es
para regocijar a Júpiter!»
Eugène Ionesco
Jacobo o la
sumisión
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