«Por
supuesto, ya había oído hablar antes del karma. Alex había leído un libro sobre
el budismo cuando estaba en plena crisis con sus estudios de Bioquímica. Yo, en
cambio, cuando entraba en crisis, prefería leer libros con títulos como Quiérete a ti misma, Quiérete más a ti misma
y Olvídate de los demás.
—Es muy
simple —dijo Casanova—. Quien obra bien acumula buen karma y entra en la luz
del nirvana. Quien obra mal prolonga su existencia, como nosotros.
—¡Yo no
he hecho nada malo! —protesté.
—¿Está
segura?
Asentí.
Insegura.
—¿Ni
siquiera una infidelidad? —insistió Casanova.
Me vino
a la cabeza Daniel Kohn.
—¿O
perjudicar a alguien en beneficio propio?
Me vino
a la cabeza Sandra Kölling y que me quedé con su trabajo porque hablé con los
directores del programa sobre su creciente consumo de cocaína.
—¿O
quizás ha descuidado a algunas personas de su entorno?
Me vino
a la cabeza Lilly.
—¿O
podría ser que haya hecho sufrir a sus subordina…?
—¡Ya
basta! —le increpé.
—O…
—¿Qué
parte del “ya basta” no ha acabado de entender? ¿“Ya” o “basta”?
—Discúlpeme,
madame —dijo Casanova.
—¿Y por
qué no ha acumulado usted nunca buen karma? —le pregunté.
—Bueno,
en primer lugar, porque no es fácil hacerlo en un hormiguero —replicó.
—¿Y en
segundo lugar?
—No va
con mi disposición natural.
Y sonrió
maliciosamente y con tanto encanto que yo también sonreí.»
David
Safier
Maldito karma
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