«El
continente parecía el cráneo distorsionado de un hombre gigantesco que, con
ojos melancólicos y entrecerrados, mirase hacia Australia, el país del koala,
el ornitorrinco y el canguro. El África en miniatura que, en una esquina del
mapa, mostraba la densidad de población, parecía una cabeza muerta en proceso
de descomposición; la otra, que mostraba las vías de comunicación, parecía una
cabeza despellejada con las venas y arterías al descubierto. Ambas Áfricas
diminutas sugerían la idea de una muerte brutal, violenta.»
Kenzaburo
Oé
Una cuestión personal
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