«Ahora lo veía alejado
de ella, arrastrado de vuelta a lo desconocido, susurrándole a otra chica cosas
que provocaban la misma sonrisa de traviesa complicidad que con tanta
frecuencia había hecho aflorar a los labios de Charity. El sentimiento que la
poseía no era de celos: estaba demasiado segura del amor de él. Era más bien
terror a lo desconocido, a todas las misteriosas atracciones que incluso ahora
tenían que estar arrastrándolo lejos de ella, y a su propia impotencia de
contender contra ellas.
Le había entregado todo
lo que tenía pero… ¿qué era eso comparado con los otros regalos que la vida le
deparaba a él? Ahora entendía el caso de las muchachas como ella misma a las
que les sucedían esta clase de cosas. Entregaban todo lo que tenían, pero ese
todo no era suficiente: no podía comprar más que unos pocos momentos…».
Edith Wharton
Estío
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