«Billy volvió a cubrirse la cabeza con la mano.
Siempre se cubría la cabeza cuando su madre iba a verle a la sala general. Se
ponía mucho más enfermo, y no se le pasaba hasta que se marchaba. No es que
fuera fea o que tuviera mal aliento ni tampoco una personalidad desagradable.
Al contrario, era muy simpática, de apariencia corriente, de pelo castaño… Una
mujer blanca, en suma, con educación de enseñanza media.
Lo que a Billy le disgustaba era el simple hecho
de que fuera su madre. Le hacía sentirse avergonzado, desagradecido y débil por
la sola razón de haber luchado tanto y haber tenido tantos problemas para darle
la vida y mantenerle vivo, cuando a él ya no le gustaba vivir.»
Kurt Vonnegut
Matadero Cinco
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