«No es fácil charlar con ella, porque todo el
tiempo se tapa la boca con la mano. No tiene dientes y a todas luces se
avergüenza de ello. Es una mujer muy delgada, nervuda y enérgica, con ese algo
en la mirada reconocible desde lejos, un fuego juvenil en los ojos, pero ajada,
castigada por el duro trabajo, la eterna necesidad de ganar cuatro perras, la
pesadumbre, la escasez y a menudo el hambre, simplemente por la vida, por tener
que cavar con la azada, aunque acabó Música en la escuela y Filología en la
universidad, aunque escribe poesía y reportajes, aunque canta romances y
trabajó veintitrés años como periodista, pero solo cobra una pensión de diez
mil rublos (250 euros) y mantiene a un hijo de veintisiete años, un sinvergüenza
borracho y mujeriego, un vago redomado, así que pasar el invierno todos los
años se ve obligada a recoger y vender setas y bayas, comerciar con caviar y recolectar
patatas. Ayer batió un record espectacular: treinta y ocho sacos de patatas,
cinco más que el hombre más fuerte.»
Jacek Hugo-Bader
Diarios de Kolimá
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