7 de septiembre de 2020

CANCIÓN DE AMOR DE SAN SEBASTIÁN

Apareceré con mi hábito de estameña

Apareceré con la lámpara en medio de la noche

Me sentaré a los pies de tu escalera;

Me flagelaré hasta sangrar

Tras horas y horas de oración

Tortura y placer

Hasta que mi sangre rodee la lámpara

Y destelle a su luz;

Me levantaré y seré tu neófito

Y apagaré la luz

Para seguirte donde me guíes,

Para seguirte donde tus pies sean blancos

Hasta tu cama en la oscuridad

Donde esté tu manto blanco

Junto a tu manto el pelo trenzado.

Entonces me aceptarás

Porque yo era odioso a tus ojos

Me aceptarás sin avergonzarte

Porque yo estaría muerto

Y cuando llegara la mañana

Reclinaría la cabeza en tu pecho.

 

Llegaría con una toalla en la mano

Apoyaría tu cabeza entre mis rodillas;

Tus orejas tienen un curioso pliegue

Nadie en el mundo tiene un pliegue igual.

Cuando todo el mundo se derrita al sol,

Se derrita o se congele,

Recordaré ese pliegue de tus orejas.

Me demoraría un momento

Seguiría la curva con el dedo

Tu cabeza dejado de mis rodillas:

Creo que por fin lo comprenderías.

Ya no habría nada más que decir.

Me amarías porque yo te habría estrangulado

Y a causa de mi infamia;

Yo te amaría más porque te habría mutilado

Porque ya no serías hermoso

Para nadie excepto para mí.

 

T. S. Eliot

Inventos de la liebre de marzo

 

Imagen: San Sebastián, Guido Reni


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