«CELIA
¡Señor, señor! Aunque los amigos puedan
separarse, los terremotos mueven las montañas y las juntan.
ROSALINA
Pero, ¿quién es?
CELIA
¿Será posible?
ROSALINA
Te lo ruego, suplico e imploro: dime quién es.
CELIA
¡Oh, maravilla y maravilla de las maravillas!
¡Maravilla más maravillosa que el colmo de las maravillas!
ROSALINA
¡Por mi condición! ¿Crees que porque vaya vestida
de hombre llevo calzas y jubón en el carácter? Una pizca más de dilación será
un Mar del Sur por descubrir. Te lo ruego, dime quién es y dilo ya. Ojalá
fueras tartamuda; el nombre que me ocultas saldría como el vino cuando la
botella es de boca estrecha: o mucho de golpe o nada. Te lo ruego, descórchate
la boca, que beba tu secreto.
CELIA
Acabarás con un hombre dentro.
ROSALINA
¿Es criatura de Dios? ¿Qué clase de hombre? Su
cabeza, ¿es digna de un sombrero y su cara de una barba?
CELIA
Apenas tiene barba.
ROSALINA
Si lo merece, Dios le dará más. Esperaré a que le
crezca la barba si dejas de guardarte el nombre de su cara.
CELIA
Es el joven Orlando, el que de un golpe tumbó al
luchador y a ti el corazón.
ROSALINA
Al diablo con tus brumas. Habla en serio y con
lealtad.
CELIA
De veras que es él.
ROSALINA
¿Orlando?
CELIA
Orlando.
ROSALINA
¡Válgame! ¿Qué hago yo ahora con el jubón y las
calzas? ¿Qué hizo cuando le viste? ¿Qué dijo? ¿Qué aire tenía? ¿Qué ropa
llevaba? ¿Y qué hace él aquí? ¿Preguntó por mí? ¿Dónde vive? ¿Cómo se alejó?
¿Cuándo le verás? Respóndeme con una palabra.
CELIA
Necesitaría la boca de Gargantúa. Sería una
palabra muy grande para cualquier boca de las de hoy en día. Decir sí o no a
esas preguntas es más que responder al catecismo.»
William Shakespeare
Como gustéis
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