25 de octubre de 2021

El diario de Bridget Jones

«―Hace diez años todos se reían de las personas a las que le preocupaba el medio ambiente, como bichos-raros-barbudos-con-sandalias, y ahora mirad el poder del consumo ecológico ―gritaba, mientras hundía los dedos en el tiramisú y se los metía directamente en la boca―. Dentro de unos años ocurrirá lo mismo con el feminismo. ¡Ya no habrá hombres que dejen a sus familias y a sus mujeres menopaúsicas por jóvenes amantes, ni que intenten ligar presumiendo condescendientes de la cantidad de mujeres que se tiran a sus pies, ni que intenten tener relaciones sexuales con mujeres sin mostrarse amables y comprometidos, porque los jóvenes amantes y las mujeres darán media vuelta y les dirán que se vayan a la mierda, y los hombres no practicarán sexo ni tendrán mujer, a menos que aprendan a comportarse como es debido, en lugar de ensuciar el lecho marino que es el hábitat de las mujeres con su COMPORTAMIENTO MIERDOSO, PETULANTE Y AUTOINDULGENTE!
―¡Hijos de puta! ―gritó Jude, y sorbió su Pinot Grigio.
―¡Hijos de puta! ―grité con la boca llena de tarta de frambuesa mezclada con tiramisú.
―¡Jodidos hijos de puta! ―gritó Jude, y encendió un Silk Cut con la colilla del último.
 
Justo en ese momento sonó el timbre.
 
―Me apuesto algo a que es Daniel, ese jodido hijo de puta ―dije―. ¿Qué pasa? ―grité en el interfono.
―Oh, hola, cariño ―dijo Daniel con su tono más amable y educado―. Siento mucho molestarte. He llamado antes y te he dejado un mensaje en el contestador. Pero es que me he visto toda la noche metido en la reunión general más aburrida que puedas imaginar. Ha durado hasta ahora y tengo muchas ganas de verte. Si te parece bien, sólo un besito y me voy. ¿Puedo subir?
―Burr. De acuerdo, sube ―murmuré de mal humor, apreté el botón y volví a la mesa tambaleándome―. Jodido hijo de puta.
―La Cultura de los Derechos Adquiridos ―gruñó Sharon―. Hermosos cuerpos de muchachitas cocinando para ellos, cuidándoles cuando son viejos y gordos. Creen que las mujeres sólo están ahí para darles todo lo que les corresponde por derecho… Hey, ¿se nos ha acabado el vino?
 
Entonces apareció Daniel, esbozando una sonrisa encantadora. Parecía cansado, pero con el rostro fresco, bien afeitado y muy bien vestido. Llevaba tres cajas de bombones.
 
―He comprado una para cada una ―dijo, levantando la ceja de forma muy sexy―, para que las comáis con el café. No dejes que te interrumpa. He hecho las compras para el fin de semana.
 
Llevó ocho bolsas de la compra de Callens hasta la cocina y empezó a ordenarlo todo.
 
En aquel momento sonó el teléfono. Era la compañía de taxis, donde las chicas habían llamado hacía media hora, para comunicar que había habido un terrible choque en cadena en Ladbroke Grove, que además todos sus coches habían explotado inesperadamente y que no iban a poder venir a buscarlas hasta dentro de tres horas.
 
―¿Hasta dónde vais? ―preguntó Daniel―. Os acompaño a casa. No podéis estar por la calle buscando un taxi a estas horas de la noche.
 
Mientras las chicas buscaban sus bolsos y sonreían estúpidamente a Daniel, yo empecé a comer todos los bombones de avellana, praliné, dulce de leche o caramelo que encontré en mi caja, sintiendo una desconcertante mezcla de satisfacción y orgullo por aquel novio perfecto al que las chicas se hubieran follado con gusto, y de furia contra aquel borracho, normalmente desagradable y sexista, que había arruinado nuestra reunión feminista, fingiendo de forma perversa ser el hombre perfecto. Huh. Veremos cuándo dura, ¿no?, pensé, mientras esperaba a que regresase.
 
Al llegar, corrió escaleras arriba, me cogió entre sus brazos y me llevó al dormitorio.
 
―Tienes una chocolatina extra por ser encantadora incluso cuando estás achispada ―dijo, sacando de su bolsillo una chocolatina con forma de corazón envuelto en papel de aluminio.»
 
Helen Fielding
El diario de Bridget Jones

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