«Annie Wilkes, la enfermera que tiene prisionero a Paul Sheldon en Misery, parecerá una sicópata, pero hay
que tener en cuenta que ella se ve como una persona cuerda y sensata; de hecho
se considera una heroína, una mujer con muchos problemas que intenta sobrevivir
en un mundo hostil. La vemos experimentar cambios de humor peligrosos, pero
hice lo posible por evitar pronunciarme con frases como “Annie amaneció
deprimida, y quizá hasta con pulsiones suicidas”, o “Parecía que Annie tuviera
mejor día de lo habitual”. Si tengo que decirlo, salgo perdiendo. Gano, en
cambio, si puedo enseñar a una mujer callada y con el pelo sucio, devoradora
compulsiva de galletas y caramelos, y lograr que el lector deduzca que Annie se
halla en la fase de depresión de un ciclo maníaco-depresivo. Y si puedo
comunicar la perspectiva del mundo de Annie, aunque sea brevemente (si puedo
hacer entender su locura), quizá consiga que el lector simpatice con ella, e
incluso que se identifique. ¿Resultado? Que da más miedo que nunca, porque se aproxima
más a la realidad. Por otro lado, si la convierto en una arpía siniestra, sólo
será otra bruja de cartón. En ese caso pierdo mucho, y pierde conmigo el
lector. ¿Quién tendrá ganas de visitar a una mala-mala tan rancia? Una versión
así de Annie Wilkes ya era vieja cuando estrenaron El mago de Oz.»
Stephen King
Mientras
escribo
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