«—Los
fiscales deben ser tercos. ¿Qué crees que pasaría con la seguridad de la
justicia en este país si no fuera así?
Kurt
Wallander notó que el alcohol le envalentonaba.
—Esta
pregunta también puede hacerla un insignificante policía de la provincia
—repuso—. Una vez creí que la profesión de policía significaba participar y
cuidar de las pertenencias de las personas y de su seguridad. Supongo que
todavía lo creo. Pero he visto que la seguridad de la justicia se convierte en
una idea huera. He visto que a los jóvenes delincuentes más o menos se los
anima a seguir. Nadie interviene. Nadie se preocupa por las víctimas de la
creciente violencia. Es cada vez peor.
—Ahora
hablas como mi padre —dijo—. Es un juez retirado. Un viejo funcionario
reaccionario.
—Quizá
sí. Tal vez sea conservador. Pero es mi opinión. Entiendo que la gente a veces
se tome la justicia por su mano.»
Henning
Mankell
Asesinos sin rostro
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