«MÚSICOS
“Adviertan los que de Dios
juzgan los castigos grandes
que no hay plazo que no llegue
ni deuda que no se pague”.
CATALINÓN
Malo es esto, vive Cristo,
que he entendido este romance,
y que con nosotros habla.
JUAN
Un hielo el pecho me abrase.
Canten
MÚSICOS
“Mientras en el mundo viva,
no es justo que diga nadie
¡qué largo me lo fiáis!,
Siendo tan breve el cobrarse”.
CATALINÓN
¿De qué es este guisadillo?
GONZALO
De uñas.
CATALINÓN
De uñas de sastre
será, si es guisado de uñas.
JUAN
Ya he cenado, haz que levanten
la mesa.
GONZALO
Dame esa mano.
No temas, la mano dame.
JUAN
¿Eso dices? ¿Yo temor?
¡Que me abraso! No me abrases
con tu fuego.
GONZALO
Éste es poco
para el fuego que buscaste.
Las maravillas de Dios
son, don Juan, investigables,
y así quiere que tus culpas
a manos de un muerto pagues,
y, si pagas de esta suerte
las doncellas que burlaste,
ésta es justicia de Dios.
Quien tal hace, que tal pague.
JUAN
¡Que me abraso, no me aprietes!
Con la daga he de matarte,
mas, ¡ay, que me canso en vano
de tirar golpes al aire!
A tu hija no ofendí,
que vio mis engaños antes.
GONZALO
No importa, que ya pusiste
tu intento.
JUAN
Deja que llame
quien me confiese y absuelva.
GONZALO
No hay lugar, ya acuerdas tarde.
JUAN
¡Que me quemo! ¡Que me abraso!
Muerto soy.»
Tirso de Molina
El burlador de Sevilla
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