«–Dejemos esto, por favor. Es inútil intentar hacerse entender de los demás. Una vez más me doy cuenta. Le pido perdón por haberle aburrido con semejante carta y con las explicaciones de ahora. Soy imbécil.
–¿Imbécil por qué?
–Porque sí. Le advierto que soy yo la primera que ser ríe de sí misma –dijo en un tono altivo y agresivo–. De mi histerismo, si usted quiere llamarlo así.
–Yo no quiero llamarlo nada.
–Bueno, pues otros lo han dicho. Lo sé. Me complico la vida, me hago preguntas y me meto en líos. Digo lo que pienso y lo que siento; no tengo miedo de lo que piensen de mí. Y estoy contenta, a pesar de todo, siendo como soy.
Se hizo un silencio difícil de llenar. Yo todavía estaba tendido en el suelo. Sabía que ella estaba pendiente de que yo dijera algo y me hundía en el placer de no decir nada.»
Carmen Martín Gaite
Entre visillos
No hay comentarios:
Publicar un comentario