“HOLLY: Me lo he pasado bomba, gracias.
MICKEY (gesticula): Bueno, si no te gustó, pues no te gustó, pero no tenías por qué charlar mientras el hombre cantaba.
HOLLY: ¡Me aburría tanto!
MICKEY (gesticula): ¡Vaya, qué pena! No te mereces a Cole Porter. ¡Lo tuyo son esos músicos que parece que acaban de apuñalar a su madre!
HOLLY: ¡Al menos estoy abierta a nuevos conceptos!
MICKEY: ¡Y no tenías que esnifar cocaína en la mesa todo el tiempo! ¿Cómo lo haces, cómo lo haces? ¿Llevas un kilo en el bolso?
HOLLY (gesticula): Pero si la gente ni se daba cuenta. ¡Parecían embalsamados!
MICKEY: Santo cielo… (Alza mano y silba a un taxi) Me alegro de que Hannah nos haya presentado. ¿Sabes? Tiene un gran instinto para la gente. De veras.
Un taxi dobla la esquina. Mickey y Holly se acercan a la puerta de atrás.
HOLLY: Oye, siento que no hayamos congeniado.
MICKEY: Sí. Yo también.
HOLLY: Probablemente es por culpa mía, ¿sabes? He estado un poco deprimida últimamente.
MICKEY: Claro. Me he…
HOLLY: Y bueno…
MICKEY: …me he divertido mucho esta noche, de veras. Fue como los procesos de Nuremberg.
Abre la puerta. Holly sube al taxi.
HOLLY (enojada): ¡Eh, no hace falta que me acompañes a casa!”
Woody Allen
Hannah y sus hermanas
8 de octubre de 2010
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