«¡Oh, Dios mío, es él! Algo así
debió de exclamar nuestra joven quinceañera al ver salir a Ricky Martin entre
las faldas de su armario y correr despavorido. Sucedió un 5 de febrero de 1999.
Días después un oyente de la cadena SER llamaba al programa nocturno Hablar por hablar. Pedía que alguien
confirmara un rumor que había escuchado en la facultad, según el cual, el
programa Sorpresa, ¡sorpresa! había
emitido unas imágenes sexualmente comprometidas de una menor, a la que se
quería dar una sorpresa con su cantante preferido. El espacio en cuestión fue
visto por tres millones de telespectadores, en su mayor parte dormidos, pues
sólo unos cuantos se dignaron a coger el teléfono y comenzaron a relatar esta
historia, más propia de un canal de pago. A José Calvo, presidente de la
Asociación Pro Derechos del Niño (PRODEMI), le llamaron cuando acababa de
almorzar y cuenta que exclamó: “¡Esperadme, que ahora voy!”. A las pocas horas
remitía un escrito a la Fiscalía de Menores de Madrid en el que se leía lo
siguiente:
“La menor, ajena a todo montaje y
al parecer sola en su dormitorio y sabiéndose en la intimidad de su habitación,
se despojó primero de su cazadora y a continuación de los pantalones y de su
ropa interior y se embadurnó sus partes íntimas con foie gras, llamando a continuación a su perrito, que curiosamente
se llama Ricky, que la lamió los genitales.”
También, curiosamente, se podría
añadir, este aspirante a buen hombre se decidió por el siempre eficaz foie gras, entre los muchos condimentos
que corrían de boca en boca por aquellas horas, esto es, Nocilla, mermelada de
fresa, crema de cacahuetes, mantequilla y miel.»
Antonio Ortí y Josep Sampere
Leyendas urbanas en España